Roberto Arlt nació en 1900. Era hijo de una de las tantas familias de inmigrantes que llegaron a la Argentina a fines del siglo XIX. La madre de Roberto, Ekatherine Iobstraibitzer, oriunda de Trieste, y su esposo Karl Arlt, oriundo de Posen, al norte de Alemania, habían partido de Austria atraídos por la leyenda de América, donde "los ríos arrastraban pepitas de oro".Además se iban de Europa, como señalan Mirta Arlt y Omar Borré en Para leer a Roberto Arlt (1984), eludiendo el castigo pendiente sobre Karl por ser desertor del ejército prusiano. Una vez en Argentina, se establecen en el barrio de Flores, donde nacerá y crecerá Roberto.
Aguafuertes porteñas
El diario El mundo apareció en 1928. Inmediatamente, Arlt integra la redacción en calidad de escritor. Se le brinda una sección fija, primero sin firma, porque en la época el trabajo de periodista era anónimo. "Arlt sería uno de los pocos que firmaban sus notas, y el diario El mundo fue en tal sentido adalid del reconocimiento intelectual que avala la firma del periodista" (Arlt y Borré:1984).
Pocos meses después de la creación del diario, su director renuncia y se hace cargo de la dirección Carlos Muzio Sáenz Peña, quien conocía muy bien el estilo de Arlt. Muzio decide que Roberto continúe con la misma sección, pero encuadrada dentro de un título fijo, Agua fuerte porteña, en la página seis, la de los artículos de fondo.
En adelante, la sección aparecerá en el diario con el nombre Aguafuertes porteñas firmada por Arlt hasta el año 1935.
"Con su humorismo directo, pródigo en alfilerazos, Arlt se asomaba a los rincones de la ciudad y narraba día a día su historia íntima. Quizás en la sutil identificación de tema y estilo esté el secreto de su popularidad", escribió Antonio Pagés Larraya. Sobre esa popularidad, Raúl Larra comentó: "El éxito que obtiene con sus Aguafuertes porteñas es clamoroso. El diario El Mundo aumenta su tirada, se vende casi exclusivamente por las notas de Arlt. Es lo primero que se lee. En función de ese éxito le toleran a Arlt sus irreverencias, sus burlas".
Una lectora asaz exagerada, recuerda así la lectura del libro: "Leí Aguafuertes... un día caluroso de marzo. Había terminado el colegio y no sabía que me depararía el futuro. Coloqué una silla de mimbre en el medio de un gallinero y empecé a leer. Yo no sabía quién era Roberto Arlt ni qué quería decir eso de aguafuerte porteña, pero no me importaba. No pude parar de leer hasta que anocheció. Esos relatos sobre la vieja Buenos Aires me resultaban tremendamente actuales, incluso familiares. Fue uno de los mejores días de mi vida".
Aquí, una selección caprichosa de las mejores aguafuertes del libro: "Los chicos que nacieron viejos", "Molinos de viento en Flores", "Yo no tengo la culpa", "Filosofía del hombre que necesita ladrillos", "El origen de algunas palabras de nuestro léxico popular", "Divertido origen de la palabra 'squenun'", "La tristeza del sábado inglés", "Conversaciones de ladrones", "El idioma de los argentinos", "El espíritu de la calle Corrientes no cambiará con el ensanche", "Candidatos a millonarios", "La tragedia del hombre que busca empleo", "¿Quiere ser usted diputado?" y "La inutilidad de los libros".
"Quedan pocas casas antiguas por Rivadavia, en Flores. Entre Lautaro y Membrillar se pueden contar cinco edificios (...).Ya no están más ni el molino ni el pino. Todo se lo llevó el tiempo. En el lugar de la altura esa, se distingue la puerta del cuchitril de una sirvienta. El edificio tiene tres pisos de altura.¡También la gente está como para romanticismo! Allí, la vara de tierra cuesta cien pesos. Antes costaba cinco y se vivía más feliz. Pero nos queda el orgullo de haber progresado, eso sí, pero la felicidad no existe. Se la llevó el diablo" ("Molinos de viento en Flores").
"Yo siempre que me ocupo de cartas de lectores, suelo admitir que se me hacen algunos elogios. Pues bien, hoy he recibido una carta en la que no se me elogia. Su autora (...), me dice: "Usted era muy pibe cuando yo conocía a sus padres, y ya sé quién es usted a través de su Arlt".
Es decir, que supone que yo no soy Roberto Arlt. Cosa que me está alarmando, o haciendo pensar en la necesidad de buscar un pseudónimo, pues ya el otro día recibí una carta de un lector de Martínez, que me preguntaba:
"Dígame, ¿usted no es el señor Roberto Giusti, el concejal del partido Socialista Independiente?"
Ahora bien, con el debido respeto por el concejal independiente, manifiesto que no; que yo no soy ni puedo ser Roberto Giusti, a lo más soy su tocayo, y más aún: si yo fuera concejal de un partido, de ningún modo escribiría notas, sino que me dedicaría a dormir truculentas siestas y a..." ("Yo no tengo la culpa").
Ejemplar de la fotografía (disponible)
Número de páginas: 184
Editorial: Losada
Colección: Biblioteca clásica y contemporánea
Lugar y fecha de edición: Buenos Aires, 1976.
No hay comentarios:
Publicar un comentario